Arranque de semana complicado

El viernes, el miedo volvía a golpear a los mercados y, en particular, a las bolsas europeas como bien resumía la caída del -3,67% del Stoxx Europe 600 en un contexto de dudas hacia el desempeño futuro de la actividad.

No obstante, lo observado en los mercados durante la parte final de la semana pasada parece sólo la punta del iceberg de la situación de máxima tensión con la que abriremos ésta, después de los últimos acontecimientos en Italia.

Las autoridades italianas decidían aislar la región de Lombardía junto a otras 14 provincias hasta el 3 de abril, lo cual implica que 16 millones de personas no podrán entrar ni salir de estos territorios salvo “motivos inaplazables” y justificados, sufriendo también importantes limitaciones de movimiento dentro de las áreas de cuarentena. Unas medidas que se veían completadas con las fuertes limitaciones establecidas a las actividades sociales y de ocio en el conjunto del país.

Ahora bien, el verdadero problema radica en que Lombardía es el gran motor del PIB de Italia al explicar cerca del 22% de éste y Véneto y Emilia-Romaña, también afectadas de forma importante por las nuevas medidas, suponen cada una casi otro 9% de la actividad italiana. De hecho, económicamente, estamos ante regiones más importantes que algunos pequeños países de la UE como es atestiguado por su PIB cercano a los 700 mm. € y, sobre todo, por su papel central en la industria europea ya que Lombardía es la segunda región de la UE por valor añadido del sector manufacturero y Véneto es la séptima.

Luego, la situación en Italia no sólo pone en entredicho el desempeño de la tercera economía de la UEM (15% de su PIB), sino también el conjunto de la actividad industrial en el Viejo Continente ya que el sector fabril transalpino es el segundo más importante de Europa y resulta clave en cuanto a la producción de bienes intermedios. De forma que la sombra del freno en seco de la actividad llega a la UE y las miradas, en los próximos días, se centrarán en la evolución del coronavirus.

Las últimas cifras en Italia apuntan que la enfermedad todavía se encuentra lejos de controlarse, de acuerdo con los últimos datos oficiales de Protección Civil de Italia a las 17h del domingo. En total, 7.375 italianos se habrían infectado con el virus, pero de éstos sólo 6.387 casos se consideran activos después de aumentar en 1.314 respecto al sábado. Unas cifras que, aunque muy elevadas, también dan margen para la esperanza ya que las cifras italianas, en parte, se deben al elevado número de pruebas realizado (casi 50.000) y, además, 3.557 enfermos se consideran recuperados pero con síntomas y 2.180 se encuentran relativamente bien y permanecen en sus domicilios.

Las anteriores cifras, junto a la incidencia mucho menor en el sur de Italia, permiten no dejarse llevar por el pesimismo, a pesar de la situación de alarma extrema en los mercados y que, posiblemente, se traducirá en un malísimo arranque de semana. La pasada madrugada, el petróleo se desplomaba cerca de un 25% adicional, después de las caídas próximas al 10% del viernes que se veían reforzadas por la negativa de Rusia a apoyar un recorte de adicional de la producción de petróleo de la OPEP+ de 1,5 millones de barriles diarios. Finalmente, a primera hora de la mañana, el barril de Brent cotizaba en niveles de 35$ y el WTI rondaba los 22$, aunque más significativo aún es que el rendimiento del 10 años americano se desplomase hasta situarse en 0,45%.

Los inversores cotizaban un escenario adverso de bloqueo de actividad y esto, traducido en las últimas previsiones de la OCDE, implica un recorte del crecimiento mundial del 1,5% en 2020 hasta 1,4% al extrapolarse los problemas vividos en China a los países avanzados del hemisferio norte durante el 2tr19 y el 3tr19. Una tesis que encontraba apoyo en la continuidad de las cifras al alza de infectados por el coronavirus no sólo en Italia, también en Alemania, Francia y España, al tiempo que crecen las dudas sobre la entidad real del problema en EEUU como consecuencia del bajo número de pruebas realizadas. No obstante, a pesar de la citada limitación, los casos en suelo estadounidense superaban holgadamente los 500 en la jornada de ayer.

Las miradas se han desplazado de China a Europa y EEUU y, ante el aumento de casos de coronavirus en estas áreas, cabe vaticinar un malísimo inicio de semana en los mercados, el cual inyectará nueva presión para que los gobiernos actúen y, también, los bancos centrales. No obstante, como apuntaban correctamente las últimas simulaciones de la OCDE, el ámbito en el que realmente existe margen de actuación es el referente a las políticas fiscales y las reformas estructurales. De acuerdo con el organismo internacional, en el corto plazo y bajo un escenario de coordinación en el G-20, las citadas medidas podrían llegar a sumar en el primer año cerca de 0,5 p.p al PIB respecto al escenario central frente a los cerca de los 0,15 p.p de las políticas monetarias.

La anterior realidad no evitará que esta semana las miradas estén puestas en el encuentro del BCE del jueves, esperando que éste se salde con una bajada de la facilidad de depósito de 10 p.b hasta -0,6% y el acceso a más financiación barata para la banca a cambio de ponerla a disposición de las pequeñas y medidas empresas para compensar el efecto de la caída de sus ingresos. Dos medidas cuyos efectos positivos generan bastante dudas, en especial, la primera ya que no serviría de nada para solventar los problemas de oferta y, tampoco, los vinculados a la demanda. Estos últimos se deben a las medidas de control del coronavirus y, especialmente, al impacto de esta enfermedad en la confianza y los patrones de conducta de los consumidores europeos.

En cuanto al apoyo a la financiación de las empresas medianas y pequeñas de la UEM, reconocemos que éste será clave para suplir en el corto plazo el deterioro de sus ingresos y evitar el cierre de muchas de estas compañías. Sin embargo, desgraciadamente, la clave estará en quién correrá con el riesgo de los nuevos préstamos y si éste recae en la banca comercial, debido a su papel de brazo ejecutor de la operación, seguramente, la inyección de liquidez del BCE fracasará. En un contexto de previsible deterioro de la actividad, la morosidad debería aumentar y los bancos comerciales se mostrarán reacios a conceder ciertos créditos. Por lo tanto, un potencial programa del BCE para mejorar el acceso a la financiación por parte de las empresas sólo tendrá éxito si se ve acompañado de avales por parte de los gobiernos nacionales.

La anterior cuestión nos lleva a otra como que, en esta ocasión, la clave para poder superar el escenario de riesgo pasará principalmente por los gobiernos y no tanto por los bancos centrales. En este sentido, la articulación de medidas para generar confianza en el mantenimiento del empleo entre quienes se vean golpeados por la crisis sanitaria será vital, incluso, por delante de las reformas estructurales o las clásicas acciones de política fiscal. Una cuestión en la que ya hemos entrado en la primera parte de este informe y, por tanto, no ahondaremos más en ella.

El BCE también ofrecerá al mercado un tono y discurso que permita limitar los temores al mostrar su total predisposición para actuar e insistir en el margen de acción que todavía atesora; dos mensajes que resultan obligados y que dotarán de mayor interés a las interpretaciones que puedan extraerse entrelíneas de la actualización de las previsiones del BCE para la UEM.

En diciembre, la autoridad monetaria de la zona euro proyectó un crecimiento para el área del 1,1% en 2020 y 1,4% en 2021; cifras que deberán ser revisadas a la baja después de las últimas medidas tomadas en Italia y, en general, el impacto negativo de la crisis sanitaria sobre el consumo en la Eurozona. Ahora bien, la revisión no deberá ser demasiado acusada para no retroalimentar los temores del mercado y, a este respecto, la referencia la marca el recorte de -0,3 p.p de la OCDE. Así que, seguramente, las nuevas previsiones del BCE apunten hacia un crecimiento de la UEM del 0,8-0,9% en 2020, pero también su aceleración en 2021 hasta situarlo en el rango 1,2-1,4%.

El BCE tendrá que volver a actuar de bombero esta semana, si bien en la UEM resultará imprescindible que su compromiso se vea reforzado por las autoridades políticas. De hecho, no podemos descartar que el mismo lunes empiecen a llegar a mensajes tranquilizadores desde Bruselas, incidiendo en la coordinación de estímulos.

En el contexto descrito resultarán más que secundarias otras cifras sobre el coronavirus, dado que para los inversores lo importante será que la enfermedad se ha extendido por Europa y existen dudas razonables sobre la importancia de su extensión en EEUU. Así que las sombras respecto a un frenazo de la actividad en los desarrollados serán de gran relevancia, quedando en el olvido la contención del coronavirus en China.

Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.

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