La Fed no esperaba al miércoles

El viernes, el S&P500 repuntaba en los últimos 25 minutos de negociación un 6,4% y cerraba la sesión con un repunte del 9,29%.

Un avance en línea con los observados en el Dow Jones (+9,36%) y el Nasdaq (9,35%), dando forma a un rally de último momento que también permitió que la volatilidad del VIX pasase de 77,5% a 57,83%. Una mejoría que se apoyaba en la declaración del estado de emergencia en EEUU por parte de Trump y, sobre todo, en que volviese a apuntar la movilización inicial de 50 mm. $ para luchar contra el impacto el coronavirus, lo cual era percibido como el preludio de un estímulo fiscal bastante mayor y también, llevaba a reforzar las expectativas en otros ámbitos como el monetario.

Finalmente, la Fed no esperaba al miércoles y el domingo acordaba una actuación verdaderamente contundente que cumplía con lo esperado por los mercados e, incluso, añadía una cuestión clave como era la coordinación con los grandes bancos centrales del mundo para surtir adecuadamente de dólares a todos los agentes económicos del globo. Una vez más, la autoridad monetaria estadounidense precipitaba sus acciones y esto reactivaba el debate sobre si la situación es peor de lo percibido, explicando que los futuros del S&P500 respondieran con caídas del -4,78% al contundente plan de medidas de la Fed.

A pesar de la desconfianza del mercado, debemos reconocer que después de un fin de semana caracterizado por el avance del coronavirus en ambos lados del Atlántico y en el que ya se descontaba un gran estímulo desde la esfera de la política monetaria estadounidense, lo adecuado era no prolongar las especulaciones y actuar antes de que los mercados asiáticos iniciasen la semana. De hecho, con independencia del momento de la actuación de la Fed, los próximos días se anticipaban complejos en los mercados y la institución decidía: rebajar tipos en 100 p.b hasta el rango 0-0,25%, comprar 500 mm. $ de treasuries y 200 mm. $ de MBS de las agencias hipotecarias, garantizar la liquidez mundial en dólares reforzando los swaps de divisas con los grandes bancos centrales y articular distintas medidas para mejorar el flujo de crédito a la economía real (cambios en la ventanilla de descuento, crédito intradía, capital bancario, colchones de liquidez y requerimiento de reservas). Todo ello al mismo tiempo que mantenía la total reinversión de los vencimientos de su cartera e incidía en el refuerzo de la operativa Repo en los últimos días.

El paso adelante dado por la Reserva Federal era realmente ambicioso, si bien a corto plazo no será la panacea para acabar con las dificultades por las que atraviesan los mercados ya que los inversores entenderán que las circunstancias obligaban a ello y, además, apuntarán que todavía quedan medidas por llegar. Por lo tanto, la pregunta inmediata será: ¿Qué más podemos esperar de la Fed?

Desde la perspectiva de los tipos, lo cierto es que ya estamos ante el suelo, a pesar de que las tasas implícitas de mercado en base a las expectativas de los inversores parezcan coquetear con la idea de cifras negativas. En el pasado, la Reserva Federal dejó claro que no dará ese paso y esto seguirá siendo así debido a que en la institución preocupan las implicaciones de las tasas negativas sobre la gestión del riesgo y, también, desde la perspectiva de las dificultades para normalizar la política monetaria en un futuro. Una situación que no ha cambiado y, de hecho, la guía a largo plazo sobre los tipos y la ambiciosa reactivación de las compras de activos venían a compensar el límite a la baja para los tipos en el 0%.

En la anterior línea, no debe dejarse de lado un mensaje muy importante de la Reserva Federal: “El Consejo espera mantener este rango objetivo (0-0,25%) hasta que esté seguro de que la economía ha resistido los eventos recientes y está en camino de alcanzar sus objetivos máximos de empleo y estabilidad de precios”. En otras palabras, se transmite claramente que los tipos permanecerán bajos durante mucho tiempo y esto, desde la perspectiva de las expectativas de mercado y de los agentes económicos, tiene mayor valor que unas tasas ligeramente negativas.

Por otro lado, no debemos olvidarnos del concepto de los “tipos en la sombra”, los cuales representan una traducción de las acciones heterodoxas de los bancos centrales en una tasa no observable y ésta, en el caso de EEUU, cayó hasta cifras próximas al -3% en 2014. Entre las medidas heterodoxas que tuvieron un papel fundamental en esta tasa estuvieron las compras de activos de la Reserva Federal que llevaron su balance desde 905 mm. $ a principios de septiembre de 2008 hasta los 4.498 mm. $ al finalizar 2014. De hecho, en este lapso, los valores mantenidos por la institución pasaron de 480 mm. $ a 4.237 mm. $.

En otras palabras, la compra de activos será la gran variable de ajuste para compensar las limitaciones a la baja de los tipos en EEUU y, por tanto, las adquisiciones por valor de 700 mm. $ anunciadas el domingo deben tomarse como una cifra inicial. Ahora bien, la pregunta es hasta dónde pueden llegar dichas compras y la gran referencia a tener en cuenta para despejar esta incógnita es el tamaño del balance de la Fed en relación al PIB, como ya ha sido apuntado por la institución en el pasado.

A finales de 2014, en el momento de máximo esfuerzo de la Fed, su balance se situó ligeramente por encima del 25% del PIB de EEUU y, en un futuro, ésta sería la cifra a partir de la cual se empezarían a sentir incómodos sus miembros. En base a los últimos datos disponibles (PIB del 4tr19 y balance a 11 de marzo), el balance de la Reserva Federal ascendería al 19,8% del PIB estadounidense y, por tanto, esto implicaría que antes de entrar en zona de incomodidad para la institución habría margen para comprar hasta 1.150 mm. $ en activos. No obstante, reconocemos que los desafíos que se avecinan en EEUU hacen prever un peor desempeño del PIB y, por tanto, esta cifra podría verse mermada, aunque lo importante es que la Fed con su propuesta inicial de adquirir 700 mm. $ no habría agotado totalmente su margen vía adquisición de activos.

En paralelo, la Reserva Federal dotaba de la máxima flexibilidad posible a sus compras de activos al no plantear una meta mensual. De hecho, desde la Fed de Nueva York, encargada de la operativa, se apuntaba más hacia una tutela del mercado para maximizar los efectos positivos de cada dólar utilizado: “De acuerdo con el mandato, el ritmo de las compras se ajustará de forma apropiada para respaldar el buen funcionamiento del mercado de la deuda del Tesoro”. En esta línea, las compras tampoco estarían predefinidas en cuanto a los vencimientos o instrumentos seleccionados, si bien se buscará que emulen la composición de la deuda emitida por EEUU. De momento, hoy lunes, la Fed adquirirá 40 mm. $ en treasuries ordinarios y referenciados a la inflación (TIPs), dando así continuidad a su generosa operativa del viernes cuando adquirió 37 mm. $ en deuda de EEUU dividida de la siguiente manera: 8 mm. $ de títulos entre 20 y 30 años, 5 mm. $ entre 7 y 20 años, 8 mm. $ entre 4,5 y 7 años, 8 mm. $ entre 2,25 y 4,5 años y 8 mm. $ hasta 2,25 años.

En cuanto a la deuda MBS de agencias hipotecarias, la Fed daba algunos detalles más al señalar que el objetivo es la adquisición de 80 mm. $ (incluidos 23 mm. $ en reinversiones) de estos títulos desde el 16 de marzo hasta el 13 de abril y, además, su operativa se enfocará en las nuevas emisiones a 30 y 15 años a tipo fijo. Luego, se buscaría que no se frenen las nuevas emisiones en un segmento clave del mercado y con ello, a su vez, evitar que la financiación hipotecaria se seque y el sector residencial sufra un freno abrupto.

Entre las anteriores cuestiones, quedaba en un segundo plano un aspecto igualmente importante como era el compromiso para proveer al sistema de liquidez suficiente a través de operaciones Repo, apuntándose que seguirán ofreciéndose hasta 175 mm. $ diariamente mediante operaciones overnight y otros 45 mm. $ dos veces a la semana y con vencimiento dos semanas. Sin embargo, el detalle realmente importante era una omisión al referirse a las operaciones semanales por valor de 500 mm. $ y con vencimiento a 1 mes y 3 meses, pues no se apuntaba que se mantendrían hasta finales de marzo. Por lo tanto, hasta nueva orden, cabe entender que estamos ante un elemento permanente que, la semana pasada, se estrenaba con 119,5 mm. $ inyectados, si bien la Fed se veía obligada a retirar del mercado 15,1 mm. $ mediante un Repo inverso durante la jornada del viernes.

En el corto plazo y mirando más allá de su lectura en clave de estímulo, las medidas de la Fed para sostener el normal funcionamiento del mercado de treasuries y la liquidez proporcionada vía Repo serán más importantes que nunca. La citada liquidez en los mercados se ha visto alterada, no sólo por la elevada incertidumbre y volatilidad que estamos viviendo, también por los cambios obligados en la forma de trabajar en el sector financiero y estos irán a más en los próximos días debido a la extensión del coronavirus en Europa y EEUU. El “teletrabajo” se extenderá aún más entre los gestores estadounidenses y esto restará algo de “frescura” a los movimientos ya que, como estamos viviendo muchos en los últimos días, la operativa y el acceso a cierta información no es igual de ágil y, también, se diluyen algunas de las sinergias emanadas del contacto directo con los compañeros.

Antes de dejar las cuestiones de liquidez, conviene poner el acento en una medida que reclamábamos la semana pasada y que tomaba forma el domingo: el respaldo de la liquidez mundial en dólares mediante el refuerzo de los swaps de divisas entre los grandes bancos centrales. Esta medida acordada entre la Fed, el BCE, el BoJ, el BoE, el Banco de Canadá y el SNB suizo recordaba a la coordinación entre estas instituciones en los momentos más duros de la crisis de 2008, lo cual es sinónimo de lo preocupante de la situación actual, pero también una buena noticia al no demorarse medidas necesarias.

Los citados bancos centrales acordaban la reducción del coste de los acuerdos swap de liquidez en dólares en 25 p.b, lo cual significa que se situará en OIS $ + 25 p.b. Asimismo, con el objetivo de mejorar la efectividad de las líneas swap en dólares, los bancos centrales extranjeros con operaciones regulares de liquidez en esta divisa también acordaron comenzar a ofrecer dólares semanalmente en cada jurisdicción con un vencimiento de 84 días, sumándose así a las operaciones de vencimiento a 1 semana. Un nuevo formato que se mantendrá tanto tiempo como sea necesario.

La anterior medida resultaba esencial ya que, dejando a un lado las tensiones en los mercados, lo cierto es que el deterioro de la actividad mundial que está por llegar también se plasmará en alteraciones de los flujos comerciales y, por tanto, del flujo de divisas entre unos países y otros, favoreciendo la escasez de billetes verdes en determinadas naciones. En conjunto, la Fed tomaba medidas muy necesarias para limitar, en la medida de lo posible, los difíciles tiempos que están por venir, al tiempo que indirectamente diluía las presiones al alza sobre el dólar que vendrán bastante bien a la economía estadounidense. Antes de tomarse las decisiones comentadas, las posiciones netas largas en dólares vinculadas con apuestas especulativas caían hasta mínimos de julio de 2017 en la pasada semana. De momento, en la apertura del lunes, el billete verde se situaba en 1,114 frente al euro, mientras que el T-Note a 10 años cedía hasta 0,68%.

En último lugar, sólo cabe mencionar que también se confirmaban los rumores respecto a que la Reserva Federal buscaría potenciar o, al menos, garantizar el crédito a la economía real mediante la relajación de ciertos mecanismos y requisitos que afectan a la operativa de la banca. En primer lugar, la Fed acordaba rebajar el coste de la ventanilla de descuento en 150 p.b hasta 0,25%, lo cual suponía la reducción del sobrecoste de esta herramienta en 50 p.b; hecho que se hacía coincidir con el permiso para hacer uso de esta opción por periodos de hasta 90 días. En segundo, se ponía a disposición de la banca estadounidense financiación intradía con y sin colateral por parte de los distintos bancos del sistema de la Fed.

En tercer lugar, se encomendaba a las entidades que utilizasen sus colchones de liquidez y capital para facilitar el crédito a “los hogares y negocios que se vean afectados por el coronavirus”. De acuerdo con la propia Reserva Federal: “Los colchones de capital y liquidez están diseñados para respaldar a la economía en situaciones adversas y permitir que los bancos continúen sirviendo a hogares y empresas. La Reserva Federal apoya a las entidades que eligen usar sus reservas de capital y liquidez con el fin de prestar y emprender otras acciones de apoyo para que lo hagan de manera segura”. En conjunto, de acuerdo con la Fed, la gran banca de EEUU atesora 1,3 billones $ de capital de gran calidad y 2,9 billones $ en activos líquidos y de elevada calidad.

En cuarto lugar y con el fin de reforzar el crédito, la Fed reducía a cero el coeficiente de reservas a partir del próximo 26 de marzo, coincidiendo con el inicio del nuevo periodo de mantenimiento. En definitiva, las medidas para salvaguardar el crédito refuerzan la idea de que la autoridad monetaria de EEUU se prepara para un episodio extremo en el que la prioridad será el mantenimiento de la financiación con el fin de minimizar el número de empresas y hogares que colapsen.

Desgraciadamente, nuestro optimismo de semanas atrás hacia EEUU se desvanece y la evolución de la crisis sanitaria en Europa nos lleva a esperar medidas similares en este país, sobre todo, cuando la declaración del estado de emergencia por parte de Trump, el pasado viernes, traerá más fondos para estimular la economía, pero también multiplicará el número de pruebas de coronavirus en el país. Un hecho que, posiblemente, lleve a confirmar que la enfermedad se encuentra más extendida de lo pensado en EEUU y esto acabará por plasmarse en forma de mayores dudas en los mercados.

Por lo tanto, resulta lógico que desde la Fed se apunte su predisposición para seguir actuando y, de momento, el próximo miércoles todavía tenemos programada la reunión ordinaria de la entidad. Una reunión en la que no podemos descartar que se ajusten al alza las compras de activos o se aclaren ciertas cuestiones respecto a la operativa Repo (Powell ya reconoce el acierto de la operativa directa en clave de liquidez y nos acerca al sistema BCE), si bien el aspecto que no perderán de vista los mercados será la actualización del cuadro macro de la Reserva Federal para EEUU. En diciembre, la autoridad monetaria preveía un crecimiento del 2,0% y un PCE subyacente del 1,9% en la parte final de 2020; estimaciones que se verán revisadas a la baja, aunque a la sombra de la mesura con el fin de no alimentar la inquietud. Así, en el caso del PIB, el ajuste podría ascender a 2 o 3 décimas y se recordará que está sometido a una elevada incertidumbre, si bien el objetivo último será el de dibujar un coste que no refuerce los temores y que tampoco sea considerado poco realista.

La cita del miércoles también servirá para que Powell reincida en algunos mensajes, tales como que la apuesta por las compras de activos es fuerte y ésta no se encuentra regida por objetivos semanales o mensuales. En otras palabras, reforzará el discurso tendente a salvaguardar la máxima flexibilidad para articular las compras, al mismo tiempo que recordará que no se busca la adquisición de nuevos activos, es decir, que no está sobre la mesa la compra de ETFs de renta variable. Asimismo, Powell reforzará otros mensajes muy importantes como que la Reserva Federal será muy paciente cuando tenga que subir tipos (es decir, las tasas cero nos acompañarán mucho tiempo) y que los bancos centrales están en contacto bilateral y multilateral, lo cual supone el reconocimiento de una coordinación bastante tranquilizadora desde la perspectiva de los mercados.

En este contexto, la Fed no ha sido el único banco central que ha dado un paso adelante y es que son muchas las voces apuntando un escenario recesivo a escala global durante el primer semestre de 2020, sin que exista gran visibilidad más allá a la espera de despejar la gran incógnita: ¿Cuándo se producirá el pico de la enfermedad? Entre tanta incertidumbre y la coincidencia del frenazo en China con los problemas en Europa, hay quienes no descartan que veamos una contracción global del 3,2% en un trimestre al igual que ocurrió en el arranque de 2009.

De momento, los primeros datos importantes de 2020 conocidos en China apoyan las tesis más negativas, dado que las exportaciones del gigante asiático en dólares caían un -17,2% a. en los dos primeros meses del año (vs. -14% a. previsto) y las importaciones cedían -4,0% a., ejemplificando el peaje pagado por la crisis sanitaria. Así, las únicas noticias positivas eran que el 81% del sector exportador chino ya habría retornado a la actividad y, también, que China se afanaba en limar sus diferencias con EEUU ya que, a pesar de las dificultades, aumentaba las importaciones procedentes de este país en un 2,5% a.

Sin embargo, las anteriores cuestiones suponían un escaso consuelo cuando en la madrugada del lunes otros datos evidenciaban el colapso sufrido por China en el arranque de 2020. En el acumulado del año hasta febrero, la inversión en capital fijo se desplomaba un -24,5% a., la producción industrial un -13,5% a., las ventas minoristas un -21,1% a y la tasa de paro repuntaba 1 p.p hasta 6,2%, apuntando lo difícil que va a ser que el gigante asiático consiga crecer entre un 5,6% y un 5,8% en 2020 para cumplir sus objetivos decenales.

Luego, malos datos en China para empezar la semana ya que su fortísimo deterioro será usado de guía de lo que está por venir en algunos países europeos y de lo que podría llegar a ocurrir en EEUU. Ante esta situación, los estímulos son obligados a lo largo del mundo y, en el gigante asiático, estos se traducían en un nuevo paso adelante de su banco central. El PBoCh comunicaba que rebajaría el ratio de reservas entre 50 y 100 p.b (en los grandes bancos se sitúa en el 12,5%) para las entidades que están cumpliendo los objetivos de concesión de crédito a la economía, lo cual deja claro que la generosidad china con la banca no es gratis.

En total, se buscaba liberar 79 mm. $ para conceder más crédito a la economía real en China y, seguramente, no estemos ante el último paso para mejorar la financiación a empresas y hogares. Por ejemplo, no podemos descartar otra reducción de 100 p.b del coeficiente de reservas, nuevos ajustes a la baja de los tipos de LPR y, en la misma línea, el recorte en 10 p.b del tipo de las facilidades a medio plazo de la banca (MLF).

En Japón, las medidas de las autoridades políticas se combinan con las efectuadas por el banco central para limitar los daños provocados por el nuevo escenario mundial en su economía. En los últimos días, se conocía que los inversores japoneses habrían realizado compras netas de deuda extranjera por valor de 4,2 billones ¥ (40 mm. $) en la semana transcurrida hasta el 7 de marzo, lo cual suponía mejorar holgadamente el último record de 2,5 billones ¥ de julio de 2016. De forma que estábamos ante una operación de gran envergadura que se relacionaba con el fondo nacional de pensiones (patrimonio de 1,6 billones $) e, indirectamente, con el objetivo del gobierno de abaratar el yen. A la par, el BoJ se comprometía a liberar efectivo en los mercados comprando 200 mm. ¥ en títulos gubernamentales de Japón a 5 y 10 años y a reforzar la liquidez mediante una inyección de 1,5 billones ¥ a dos semanas.

Los estímulos de los bancos centrales no acababan en Japón ya que en Canadá, de forma inesperada, los tipos eran recortados en 50 p.b hasta 0,75%, las autoridades monetarias de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos anunciaban acciones por valor de 40 mm. $, en Polonia y Filipinas se apuntaban posibles bajadas de tipos y el BoE mostraba su predisposición a hacer más. Una predisposición que en Noruega tomaba forma de reducción de los tipos en 50 p.b hasta el 1% y más liquidez en el sistema, al tiempo que en Suecia el Riksbank ponía a disposición de la banca 500 mm. SEK para salvaguardar el crédito empresarial.

En conjunto, entre los bancos centrales parece darse una carrera en cuanto a los estímulos y a la que se sumarán, en los próximos días, las entidades de Indonesia, Turquía o Rusia. No obstante, todas las miradas seguirán puestas en el BCE después del fallo de comunicación de Lagarde del pasado jueves, cuando reavivó los fantasmas de la fragmentación financiera de la UEM al apuntar que nuestro banco central “no estaba aquí para cerrar los spreads” y marcar algunas diferencias con el mandato de Draghi.

Lagarde ya se disculpó internamente del fallo que, posteriormente, trató de corregir en una entrevista y que obligó a varios miembros del BCE a “salir al quite” en la sesión del viernes. De hecho, debemos quedarnos con las palabras enmendadas de la presidenta de nuestro banco central apuntando que “está totalmente comprometida para evitar cualquier fragmentación en un momento difícil de la zona euro”; mensaje que se veía reforzado por el economista jefe del BCE al señalar que “están listos para hacer más” con el fin de evitar las tensiones en la deuda financiera.

En la anterior línea, poco margen dejaban para la duda las declaraciones del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos: “Se comprará lo que haga falta para evitar la fragmentación financiera. Los comentarios de Lagarde fueron malinterpretados” y “La respuesta tiene que ser fiscal y los bancos centrales estaremos ahí para apoyarla. Ese es el mensaje principal que dio ayer el BCE”. En una línea similar se expresaba el gobernador del Banco de Francia y su homólogo italiano al apuntar que el eurobanco podría adelantar las compras y concentrarlas en títulos transalpinos en caso de necesidad.

La realidad es que en Frankfurt ya se ha dejado claro que habrá flexibilidad temporal para comprar más deuda de unos países que de otros y esto, básicamente, viene a significar que el BCE pondrá el dinero que deberán utilizar ciertos países para salvarse del colapso económico. Un planteamiento que inquietará a muchos, si bien ahora la prioridad es salvar a los países enfermos y evitar su colapso ganando tiempo para las soluciones a medio plazo, pues no hacerlo sería más costoso y acabaría arrastrando a economía sanas como la de Alemania. De hecho, debe recordarse que Alemania, a finales de 2019, atesoraba una oposición acreedora con sus socios europeos de casi 840 mm. € vía Target 2 que casi encajaba con la posición deudora de casi 900 mm. € de la periferia.

El BCE se convertirá en un mecanismo clave para evitar el citado colapso económico de Italia y permitir que el país pueda sacar adelante los planes de apoyo anunciados, estimándose el primer gran paquete en 25 mm. €. Las autoridades italianas ya apuntan a un déficit del 3,3% del PIB en 2020 que no encontraría objeciones de Bruselas, pero desgraciadamente esta cifra se verá holgadamente superada. Esta realidad expuesta para Italia resulta extrapolable a nuestro país, donde las medidas propuestas ya superan los 18 mm. € y se verán (necesariamente) reforzadas en el Consejo de Ministros de este martes. Como apuntábamos anteriormente, estamos en un momento en el que debe primar el corto plazo sobre las consideraciones a medio plazo ya que, de no hacerlo, “corremos el riesgo de caer en un agujero con difícil salida”.

En Alemania ya se ha entendido correctamente que el actual escenario puede arrastrar a su economía y Merkel habla de una crisis peor que la de 2008 e, incluso, se apunta la movilización de miles de millones de euros; promesa que esta vez puede convertirse en realidad parcialmente. De momento, Alemania prometía efectivo ilimitado a las empresas duramente golpeadas por el coronavirus con el fin de reforzar la cadena de suministros. En la actualidad, el presupuesto alemán garantiza al gubernamental banco de desarrollo Kfw un marco financiero de 460 mm. €, el cual podría aumentarse en 93 mm. € con el fin de facilitar el mejor acceso de las empresas a la financiación. Además, los términos de los préstamos llevados a cabo por el KfW se cambiarían para que el gobierno federal asuma más riesgos.

En paralelo, la Comisión Europea ha entendido que la clave está en dotar de financiación a las empresas de la UE y, con este fin, ya se reservan 37 mm. €. Sin embargo, todas las cantidades expuestas se antojan escasas cuando desde la propia Comisión se reconoce un año recesivo en Europa e, incluso, no se descarta que la caída de la actividad pueda ser substancial.

En definitiva, en Europa y EEUU estamos ante un escenario en el que las políticas fiscales deben tomar la delantera y complementar a las monetarias, lo cual explicará que los inversores estén también muy atentos a lo que hagan los gobiernos. De momento, Trump habla de movilizar 50 mm. $ (préstamos baratos a pymes y retraso de 3 meses en el pago de impuestos), los cuales entendemos que no incluirían el paquete de medidas por valor de 8,3 mm. $ pendiente de aprobar por el Senado (baja enfermedad pagada, cheques de alimentos…). Empero, no dejaríamos de estar ante una acción bastante limitada para una economía de 21.727 mm. $, si bien el mercado estaría descontando que estos serían los primeros pasos de muchos y, sobre todo, la antesala de una gran acción coordinada a escala estadounidense e internacional.

Desafortunadamente, Trump plantea muchas cuestiones pero no ha ofrecido un plan claro y todavía estamos a la espera de una coordinación global convincente, así que a corto plazo seguiremos estando ante parches. De forma que debemos estar preparados para que las cosas todavía empeoren un poco más antes de empezar a mejorar, siendo las referencias a tener en cuenta y, por este orden, las siguientes: evolución del coronavirus en EEUU y Reino Unido, evolución de los nuevos casos en Europa y estímulos monetarios y fiscales a lo largo del mundo. A la postre, hasta que no se empiece a ver la luz al final del túnel respecto a la expansión del coronavirus, la actividad y los mercados seguirán sufriendo, aunque los casos de éxito de China y Corea del Sur insuflan esperanzas hacia el futuro.

Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.

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