Semana de la Fed

Los bancos centrales serán los grandes protagonistas de la semana ya que, el próximo miércoles, tendrá lugar una reunión clave de la Resera Federal, si bien antes el Fórum de Bancos Centrales que celebrará el BCE entre el lunes y el miércoles en Sintra generará los primeros titulares.

En la anterior línea, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, garantizaba una rápida actuación de la entidad, especialmente, en caso de desanclarse las expectativas de inflación en el área euro. Ahora bien, la cuestión es qué se considera unos niveles de inflación admisibles dentro de nuestro banco central y, a este respecto, parece que el debate es mayor de lo que parece en Frankfurt. De hecho, el gobernador del Banco de Austria, declaraba: “Estoy a favor de mantener el objetivo del 2% pero con una banda del 0,5% o 1%, arriba o abajo. Un aterrizaje de precisión es casi imposible”.

A pesar del debate interno, en líneas generales, los mensajes lanzados desde el BCE en Sintra tratarán de generar confianza en su margen de acción al tener presentes las dudas que pueden generar datos como los PMIs preliminares de junio. Estos volverán a reflejar los problemas del sector manufacturero tanto en Alemania como en el agregado de la UEM ya que, pese a sufrir un ligero avance, se situarán en 44,6 y 48,0 puntos, respectivamente. No obstante, la gran clave estará en la evolución de las componentes de pedidos y éstas reflejarán que la actividad industrial continuará viéndose lastrada por la incertidumbre comercial durante lo que queda de primavera y gran parte del verano.

De esta forma y teniendo en cuenta los tiempos en la industria y el tradicional “parón” de muchas fábricas durante parte del periodo estival, en el mejor de los casos, los PMIs dejarían claro que una potencial mejora de la actividad manufacturera en la Eurozona nunca llegaría antes de septiembre. Además, consideramos que los riesgos a este respecto han aumentado en gran medida y cualquier mejoría podría verse puesta en entredicho por la amenaza arancelaria de Trump al automóvil. De hecho, mediados de noviembre es la fecha límite para que desde EEUU se comunique qué hacer a este respecto.

En este contexto, los índices ZEW de confianza de analistas e inversores alemanes reflejarán el mantenimiento de las preocupaciones hacia la mayor economía de la UEM, si bien la atención se desviará a la lectura que revelen del escenario de inflación. En principio, ésta sería acorde con unas cifras modestas de precios, aunque Draghi ya se encargó de restar valor a las expectativas de inflación de los integrantes del mercado como referencia fiable.

En Reino Unido, el interés seguirá recayendo en la política tras la abrumadora victoria de Boris Johnson en la primera votación entre los parlamentarios del Partido Conservador dentro del proceso sucesorio de la actual primera ministra. Tal apoyo a Johnson podría conllevar un menor número de votaciones previas y permitir que la consulta a las bases conservadoras se realizase antes del 20 de julio. Un tiempo que puede ser muy valioso para iniciar los contactos con Bruselas, pues el mes de agosto en Europa se caracteriza por la escasa actividad política. Sin embargo, esto no evitará que Gran Bretaña llegue “sin los deberes hechos” a octubre (nueva fecha límite para la desconexión entre Londres y Bruselas).

De momento, las últimas noticias en clave del “Brexit” resultaban algo más favorables ya que el riesgo de rebelión, dentro de la Cámara de los Comunes y del Partido Conservador, ha llevado a Johnson a adoptar una estrategia continuista respecto a la aplicada por May. No obstante, debemos reconocer que, con el ex-alcalde de Londres al frente de los tories, el riesgo de un “Brexit” sin acuerdo será mayor.

Las consecuencias del “Brexit” serán una cuestión clave en la reunión de política monetaria del BoE, si bien dicho encuentro constituirá un mero trámite al dar continuidad a la actual estrategia monetaria de la entidad acorde con un posicionamiento de “esperar y ver”. En el momento actual, dentro de la institución se dan sensibilidades muy distintas, aunque cabe destacar el posicionamiento favorable a las subidas de tipos de algunos consejeros y que sólo se ve frenado por la incertidumbre vinculada al “Brexit”.

El encuentro del BoE tendrá lugar en la misma semana en la que conoceremos la ligera desaceleración de la inflación en el Reino Unido durante el mes de mayo (desde 2,1% a. hasta 2,0% a.), a causa de las presiones a la baja provenientes de la energía, y la contracción de las ventas minoristas en el mismo mes. En mayo, el gasto de los ciudadanos británicos siguió viéndose condicionado por las perspectivas de una salida inmediata de la UE (aunque ésta no se produjo) y que dejó huella, sobre todo, en las compras de bienes que implicaban un mayor desembolso como, por ejemplo, los del hogar.

Por otro lado, tampoco se darán novedades en la reunión del BoJ, la cual se celebrará un día antes de publicarse la continuidad de la desaceleración del IPC japonés hasta 0,7% a. en mayo. Sin embargo, la Reserva Federal será la autoridad monetaria que más interés despertará en un encuentro del que no esperamos acciones, pero sí gestos que dejarán la puerta abierta a ciertas medidas de estímulo.

La Reserva Federal no desea ser vista como la culpable del fin del actual ciclo expansivo y esto, junto a las presiones políticas y del mercado, hace que sea bastante probable que acabe por dar un paso atrás en un futuro cercano. Una posibilidad en la que también tendrá mucho que ver el círculo vicioso creado entre la heterodoxa estrategia comercial de Trump y las expectativas de una mayor generosidad por parte de la Fed. En este contexto, el potencial apoyo de la política monetaria refuerza la actitud dura del presidente de los EEUU y esto, a su vez, alimenta los riesgos económicos y la posibilidad de que la Reserva Federal deba apoyar la economía.

Semana de la FED – Panorámica de Intermoney

En lo que concierne a potenciales apoyos, el mercado estará muy atento a la actualización de las estimaciones de la Reserva Federal de la economía estadounidense y, en concreto, de los tipos oficiales. En lo que se refiere a las previsiones del PIB y desempleo, no cabe esperar grandes cambios respecto a lo esperado en marzo para los últimos trimestres del periodo 2019-2021. En aquel entonces, los miembros del FOMC apuntaron un avance del PIB del 2,1% al finalizar 2019 y del 1,9% al término de 2020, mientras que la tasa de paro aumentaría muy progresivamente desde 3,7% en 2019 hasta 3,9% en 2020. Un hecho que no evitaría la continuidad de dicha tasa de paro en niveles bastante por debajo de las cifras de 4,4% que resultan acordes con una situación de pleno empleo.

Por lo tanto, sin grandes novedades en las previsiones de PIB y desempleo, las miradas se posarán en las estimaciones de los miembros de la Fed respecto al PCE subyacente y éstas seguirán siendo acordes con el cumplimiento del objetivo del 2%. Un cumplimiento que se creerá posible gracias al horizonte de estabilidad de tipos dibujado por las previsiones del FOMC respecto a los Fed funds. A efectos prácticos, esta situación será interpretada por el mercado, más que como el fin del ciclo de subidas, como el “pistoletazo de salida” de un ciclo de tipos a la baja.

No obstante, en nuestra opinión, durante la rueda de prensa, Jerome Powell se resistirá a ofrecer una senda inmediata de recorte de tipos, pero sí articulará un mensaje acorde con la predisposición a actuar, si la situación económica empeora. De forma que el mercado se reafirmará en sus expectativas de bajadas de tipos en EEUU a finales de julio y a las que se asigna una probabilidad del 83,4%. Sin embargo, resultará necesario otro decepcionante dato de empleo para que éstas acaben tomando forma, pero también necesitarán el apoyo de la continuidad de los riesgos comerciales y la publicación de algún dato adicional que haga temer por la salud de la economía estadounidense.

Con independencia de que se produzcan o no los descontados recortes de tipos, los hogares y empresas estadounidenses ya se están beneficiando de un entorno de condiciones financieras muy generosas y esto dificultará el deterioro de la actividad en EEUU. Por ejemplo, el pasado viernes, conocíamos que las ventas minoristas aceleraban en mayo hasta 0,5% m., tanto a nivel agregado como excluyendo automóviles y ventas en estaciones de servicio. Unas cifras que, en términos reales, implicaban un sólido crecimiento mensual del 0,4%. Además, dichas tasas convivían con la revisión al alza de sus registros de abril (excl. autos y gasolina), lo cual permitía que la tasa trimestral anualizada se situara en 6,6% frente al 2,8% del 1tr19 y anticipara una mayor contribución del gasto de los hogares en el crecimiento del actual trimestre.

En contraposición a las ventas, la confianza del consumidor de la Universidad de Michigan retrocedía en junio hasta 97,9 puntos al verse afectada por las tensiones comerciales, dado que las componentes con un peor comportamiento eran las relacionadas con el escenario de negocios. No obstante, las intenciones de compra recogidas en la encuesta volvían a mejorar, tanto para la adquisición de vivienda como de vehículos y artículos del hogar, y ésta es la referencia a tener en cuenta, adelantando que la mejora del consumo tendrá continuidad.

La mayor predisposición en EEUU a comprar vivienda se da en un escenario caracterizado por el retroceso de los tipos hipotecarios; de hecho, los tipos fijos a 30 y 15 años se situaban en 4,12% y 3,53% la semana pasada, respectivamente, frente a sendas cifras de 4,83% y 4,23% de hace un año. Luego, se combinan condiciones financieras favorables y un mercado laboral sólido y esto jugará a favor del sector residencial que, en los próximos días, informará de un escenario de estabilización desde la perspectiva de los datos de construcciones iniciadas y permisos de construcción de mayo. Una buena noticia ya que el sector residencial ha sido el “patito feo” en la actual fase expansiva. Sin embargo, los inversores prestarán mayor atención al PMI manufacturero del viernes en EEUU, el cual se situará en cifras próximas a 50 puntos como consecuencia del mantenimiento de las tensiones comerciales.

A la postre, el mercado dará prioridad a los indicadores y mensajes de Powell que respalden su escenario acorde con descensos de tipos en los EEUU. En esta línea, cabe recordar que el pasado viernes, datos como las ventas minoristas, no evitaron que el T-Note a 10 años se mantuviese en 2,08% en un contexto en el que las apuestas en bonos y renta variable son acordes con una mayor generosidad de la Fed. En esta línea, los datos de EPFR informaban de unos flujos de entrada de 2,5 mm. $ en fondos de bonos y de 1,6 mm. $ en los vinculados a la renta variable durante la semana transcurrida hasta el 12 de junio.

Sin dejar de lado cuestiones relacionadas con la deuda, también habrá que continuar muy atentos al mercado primario corporativo en ambos lados del Atlántico, dado que las empresas seguirán aprovechando la actual ventana de emisión, a la sombra de la generosidad descontada por parte de los bancos centrales, y con la vista puesta en el riesgo de empeoramiento del escenario comercial. A finales de junio, tendrá lugar el G-20 en el que debería tomar forma un encuentro entre China y EEUU y no puede descartarse ningún escenario, dada la experiencia reciente. Así que se impone aprovechar el momento para emitir.

De momento, a pesar de que Trump da por sentado un próximo encuentro con su homólogo chino en Osaka, las autoridades del gigante asiático no confirman esta posibilidad. Un hecho que ha llevado al presidente de EEUU a restar importancia a la eventual celebración de una reunión entre ambos mandatarios, virando hacia un tono confiado en el acuerdo en un futuro que no acota. Luego, dados los últimos acontecimientos, no debemos descartar un escenario en el que los chinos tensen la cuerda para socavar las posiciones estadounidenses, sabedores de que los tiempos empiezan a jugar en contra de Trump.

En la anterior línea apuntaba un influyente periódico del Partido Comunista de China (Qiushi) al señalar que EEUU ha subestimado al gigante asiático y que su pueblo está preparado para una larga batalla económica. La publicación recuperaba el estilo de clásicas proclamas comunistas y textualmente apuntaba: “hay que buscar una mayor movilización de la sociedad china (contra las presiones comerciales estadounidenses)”, “China no temerá ninguna amenaza o presión de las que EEUU está realizando y que pueden aumentar las fricciones económicas y comerciales”, “China no tiene opción, ni ruta de escape, y sólo tendrá que luchar hasta el final” y “Nadie, ninguna fuerza debe subestimar y menospreciar la voluntad de acero del pueblo chino y su fuerza y tenacidad para luchar en una guerra”.

En paralelo a las recurrentes tensiones comerciales entre EEUU y China, podemos asistir a un horizonte de ruido comercial creciente, especialmente, a partir de finales de semana en un contexto en el que se suceden los frentes. Por un lado, distintas comisiones del Senado de Méjico ratificaban el acuerdo con EEUU, por otro, India imponía aranceles de represalia a 28 productos estadounidenses (el pasado domingo) como respuesta a la retirada de privilegios comerciales por parte de la Administración Trump.

De vuelta a cuestiones de deuda, tampoco debemos obviar que la cuenta atrás para que la Comisión Europea inicie el Procedimiento de Déficit Excesivo contra Italia ya es una realidad, de acuerdo con las declaraciones del ministro de Finanzas francés. En el caso de que las autoridades transalpinas no den una respuesta adecuada, no podemos descartar que el proceso arranque tan pronto como el 26 de junio. Mientras tanto, desde el FMI se volvía a alertar de la elevada carga en forma de deuda en algunos países de la UEM y los riesgos específicos en algunos de ellos.

Entre todas estas cuestiones, a las puertas de Europa, los problemas en Turquía siguen en aumento. El viernes, Moody’s rebajó el rating del país desde B1 hasta Ba3 y mantuvo su perspectiva en negativo. De nuevo, la respuesta de las autoridades turcas incidió en la estrategia que tantas dudas genera en el exterior, consistente en negar la mayor y acusar de los problemas internos al exterior.

Finalmente, el petróleo volverá a ser protagonista debido a las tensiones entre EEUU e Irán tras el ataque a dos petroleros en el Golfo de Omán. El viernes, estadounidenses y británicos culpaban directamente a los iraníes y Rusia entraba de lleno en el conflicto, declarando el portavoz del Kremlin: “Este tipo de incidentes pueden realmente desestabilizar los fundamentos de la economía global, así que difícilmente podemos tomar en cuenta acusaciones sin fundamento”. No obstante, los temores hacia el futuro de la actividad, vinculados a las tensiones comerciales, seguirán siendo claves y pondrán claros límites a cualquier alza del crudo y explican que, desde Arabia Saudí, se apunte a un encuentro de la OPEP+ a principios de julio en el que, seguramente, pueda acordarse la prórroga del recorte de producción por un total de 1,2 mbd.

Intermoney Análisis y Estudios.
Autores: Francisco Vidal, Gabriel Marquès, Mariano Valderrama.

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